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Sáb, May

América Latina y El Caribe: Inclusión y Educación

Educación
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Informe de seguimiento  de la educación en el Mundo

 

La aparición de la Covid-19 ha agravado las desigualdades hasta llegar a extremos insostenibles en todos los rincones de la Tierra. América Latina y el Caribe ya era la región más desigual del mundo antes de la pandemia. Y los recientes avances en la lucha contra la pobreza podrían quedar en nada como consecuencia de la crisis sanitaria mundial. El mundo necesita, hoy más que nunca, sistemas educativos inclusivos para responder a la presión de la Covid-19 sobre aprendizaje para todos, así como para desarrollar resiliencia de cara a las grandes crisis que nos pueda deparar el futuro.

Las plataformas en línea han sido una respuesta educativa inevitable al cierre de escuelas, pero menos de la mitad de los hogares de la región tienen acceso a internet o una computadora. A las desigualdades ya existentes, la pandemia ha añadido un riesgo de marginación y desconexión de los alumnos, que ya eran un grave problema para muchas comunidades pobres, personas con discapacidad, numerosas comunidades migrantes y los niños varones, particularmente en el Caribe.

La educación es un derecho humano, una dimensión central de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y es clave para promover la inclusión social y laboral, contribuyendo a conciliar el crecimiento económico, la igualdad y la participación en la sociedad. Mayores niveles de educación están asociados a la reducción de la pobreza y la desigualdad, la mejoría de indicadores de salud, a las posibilidades de acceso a un trabajo decente, la movilidad social ascendente y la ampliación de la posibilidad de ejercicio de la ciudadanía. La educación es también clave en términos de su centralidad para el cambio estructural a partir de la construcción de capacidades desde la base.

Sin embargo, América Latina y el Caribe es una de las regiones más desiguales del mundo, lo que constituye uno de los obstáculos centrales para avanzar en el camino del desarrollo sostenible y realizar el derecho a la educación para todos, sin “que nadie se quede atrás”. La región se caracteriza por una matriz de la desigualdad social, cuyos principales ejes incluyen el nivel socioeconómico, así como las desigualdades de género, étnicas y raciales, las territoriales y aquellas relacionadas con el ciclo de vida, entre otras. Estos ejes se encadenan, entrecruzan y potencian entre sí y se manifiestan en todos los ámbitos del desarrollo y los derechos, incluyendo la educación.

Hoy más que nunca se ha puesto en evidencia la importancia del acceso a la conectividad y dispositivos digitales para continuar con los procesos educativos, así como con la vida laboral, la vida social, además de muchas de las oportunidades de participación e inclusión que se han visto interrumpidas por las medidas de confinamiento. Como todo, esto se vive de manera diferente en la heterogeneidad de nuestras sociedades, dependiendo de los contextos de acceso a Internet, habilidades digitales, educación y desigualdad de cada país. Se estima que más de 32 millones de niños y niñas vive en hogares que no están conectados a Internet. Este contexto reafirma la necesidad de que el acceso a Internet sea un derecho universal que debe ser asegurado para que toda la población pueda aprovechar las oportunidades y beneficios de estar conectado.

La pandemia de la Covid-19 plantea retos importantes para los sistemas educativos, pero también deja lecciones acerca de lo que es realmente prioritario para los procesos de educación y formación a lo largo de la vida. Es importante aprender de la crisis y las experiencias de innovación que han surgido, para que los sistemas educativos estén preparados para reaccionar rápidamente, otorgar los apoyos prioritarios y mantener la continuidad del proceso educativo, priorizando aquellas poblaciones que se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad y exclusión, contribuyendo así a cerrar las brechas socioeducativas existentes.

 

Fuente: UNESCO

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